LA LEYENDA DE TROMENTOR (prosa poética, 2002)

La leyenda de Tromentor, prosa poética
(14×20, 24 páginas)
Ed. La Luna Que, Buenos Aires, 2002.

NOTAS

El libro fue editado con la inclusión de 14 láminas, obras de Mónica Caputo creadas a partir de los textos, una para la tapa y otras para cada uno de los 13 segmentos de la prosa poética.

La obra se preparó para la edición de carpetas de gran tamaño (20×27), de las que solo llegaron a editarse dos: Una para Mónica Caputo y otra para Juan-Jacobo Bajarlía.

Se confeccionaron dos carpetas de gran tamaño y 100 pequeños ejemplares.

PRÓLOGO de Juan-Jacobo Bajarlía en las carpetas
y CONTRATAPA en los libros:

Tromentor es de la misma raza de Tiresias y Harahan. Ellos ven la maldición que corroe el universo y se yerguen como profetas inacabables para predecir la vida y la muerte. Pero mientras aquellos solo batallan por una tierra esclerosada, Tromentor, en notable itinerario, va por el cosmos apuntalando la debilidad de un universo que arrastra la soberbia del hombre. Y algo más que yace en la dimensión de este mítico ser que es Tromentor. Porque después de elevar al hombre y expurgar el cosmos.
Poema inexorable, La Leyenda de Tromentor se ubica entre las poéticas que en nuestra era denuncia la decadencia de un mundo que marcha hacia el ocaso.

Juan-Jacobo Bajarlía

 

 

EL COLOR CON QUE ATARDECE (poesía, 2002)

El color con que atardece, poemas
(14×20, 68 páginas)
La Luna Que, Buenos Aires.

Arte de tapa de todas la ediciones: Mónica Caputo.

La presentación de la primera edición de este poemario se realizó en el Centro Cultural General San Martín el jueves 5 de septiembre de 2002.

También se presentó en la Biblioteca «Mariano Moreno» de la Universidad de Morón el viernes 15 de noviembre del mismo año.

Segunda y tercera ediciones, 2003 y 2015.

NOTA

Este libro fue destacado como «Mejor libro del mes» por la Revista Daphne, dirigida por el escritor Gustavo Soler (2002).

La versión epico-teatral de este poemario obtuvo el Segundo Premio de Teatro «Ariel Bufano», otorgado por la Universidad de Morón (2001).

Obtuvo el Premio Honorífico Único otorgado por la Dirección de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, bienio 2002-2003, en 2008.

COMENTARIOS EN CONTRATAPA

Toda la poesía de Ricardo Rubio nos ha venido preparando para este encuentro con la sabiduría milenaria. No nos asombra que preceda al libro un texto preliminar con un epígrafe del Panchatantra. Ahora ve al hombre como el guerrero sagrado que cumple su destino de vértigo, lucha y amor. Reflexiona una vez más sobre las limitaciones de la raza, en la legitimación del saber poético, donde se encuentran sus íntimos personajes: el niño guerrero y el escriba nocturno. Estamos en la instancia que Martín Heidegger ha llamado Die Kehre, el retorno del hombre a su origen, y la vuelta del Ser al hombre.  Me hace feliz dar la bienvenida a este libro de Ricardo Rubio y compartir la aventura metafísica de su poesía.

Graciela Maturo

Son estos versos de Rubio un diálogo con el destino, una canción a lo que la vida tiene de desolado, y hago suyo el acento de la musicalidad que casi no se encuentra en la poesía de hoy. El color con que atardece es uno de los pocos libros que reúnen la melancolía y la exhortación, la reflexión y la honda musa, y tanto puede ser cantado como estudiado.

El arte que brota de la realidad de este poeta y hermano es un vasto camino de palabras ajustadas al tiempo que le toca; héroe y escriba, joven y anciano, son sólo circunstancias de un momento y un lugar que amplían la metáfora.

Elvio Romero

Ricardo Rubio recrea los mitos, trata de ordenar el futuro como ese Tiresias de T. S. Eliot en «El sermón de fuego» de La Tierra baldía (III, vv. 218-220), o como ese Hanrahan de The Power (1928), de William B. Yeats, quien ebrio o sobrio irá por el alba para limpiar las lacras o las cenizas que alimentan a los humanos. La poética sonora y precisa de Ricardo Rubio busca, en la dimensión de estos seres míticos que son el Guerrero y el Escriba, la elevación del hombre y la expurgación del cosmos, sabe que el mundo es un ser perecedero que morirá para rehacerse una y mil veces, como ya lo había intuido Zenón de Citio en el siglo IV a. de J. C.

Juan-Jacobo Bajarlía